En su retiro, Thomas disfrutó de la tranquilidad de la naturaleza, sabiendo que había hecho todo lo posible por preservarla para las generaciones venideras. Y aunque su tiempo en la tierra llegó a su fin, su legado viviría para siempre en las mentes y corazones de aquellos a quienes había tocado con su pasión, su dedicación y su amor por el planeta.
Su dedicación y pasión por la medición del clima no solo beneficiaron a su empresa y a sus clientes, sino que también dejaron una marca indeleble en la comunidad de Colima. Tiago se convirtió en un símbolo de precisión y conocimiento, recordado no solo por los termohigrometro calibrado que vendía, sino por el impacto duradero que tuvo en la conciencia ambiental de su ciudad.
Organizó talleres gratuitos sobre meteorología básica y el uso adecuado de los termohigrómetros. Estos talleres no solo eran populares entre sus clientes, sino que también atrajeron a entusiastas del clima de toda la ciudad. Ayden se convirtió en una figura destacada en la comunidad meteorológica local, conocido por su conocimiento experto y su generosidad al compartirlo.